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El comunista Jean-Luc Mélenchon quiere disparar el IRPF hasta el 90 por ciento para ingresos superiores a 400 000 euros anuales

El fundador de la Francia Insumisa, el partido más votado dentro de la coalición Nuevo Frente Popular, exige poder desplegar todo su programa de extrema izquierda

Jean-Luc Mélenchon
El fundador de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon.
VLOONK
Jueves, 11 julio de 2024 - 08:24 | Tiempo de lectura: 3 min

El Nuevo Frente Popular, una coalición de partidos de extrema izquierda, ganó las elecciones legislativas en Francia con 182 escaños, superando a Juntos, el partido de Emmanuel Macron, que obtuvo 168, y a Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, con 142.

Por todo ello, el secretario general de la agrupación ultraizquierdista, Manuel Bompard, expresó de manera muy clara su intención de gobernar: «Macron debe nombrar jefe de Gobierno a un miembro del Nuevo Frente Popular para poder implementar nuestro programa». En teoría, el presidente de la República tiene la facultad de elegir como primer ministro a quien le parezca, aunque la lógica institucional no le permite hacer caso omiso a la opinión de la Asamblea Nacional por temor a una moción de censura. Esa persona, por número de votos, debería ser el comunista Jean-Luc Mélenchon, por más que las alianzas políticas puedan inclinar la balanza en otra dirección. Su partido, la Francia Insumisa, fue el que más escaños obtuvo dentro de la coalición, con un total de 71.

A grandes rasgos, Mélenchon busca aumentar masivamente el gasto público, que ya es de por sí muy elevado, exacerbando un déficit fiscal descontrolado a pesar de querer disparar los impuestos. Su medida estrella, además de recuperar el impuesto sobre el patrimonio o establecer controles de precios, es un tipo marginal del 90 por ciento en el IRPF para ingresos anuales superiores a 400 000 euros. Prevé así recaudar hasta 150 000 millones adicionales por estas vías. Se trata de una estimación inverosímil, puesto que omite la previsible fuga de capitales por parte de los agentes privados frente a un sistema tributario confiscatorio. Lo que ocurriría es que dejaría a Francia con un agujero presupuestario de 230 000 millones de euros, situándola al borde del colapso total. Y es que ya es algo que sucedió en Francia en 2012: el expresidente socialista François Hollande implantó un tipo marginal máximo del 75 por ciento para ingresos superiores al millón de euros que provocó una desbandada nacional de grandes contribuyentes. Fue tal el fracaso que tuvo que rectificar apenas dos años después. Como se suele decir, «el papel lo aguanta todo», pero la realidad es implacable e inevitable.

De ahí que tanto Emmanuel Macron como su ministro de Economía, Finanzas y Soberanía Industrial y Digital, Bruno Le Maire, afirmen que las propuestas económicas del Nuevo Frente Popular se basan en «prometer regalos carentes de financiación que los respalde». Son propuestas «peligrosas y carentes de un mínimo realismo», aseguran. Olivier Faure, líder del Partido Socialista y jurista de profesión, salió a replicar que financiarán ese «proyecto ambicioso a base de sacar el dinero de los bolsillos de aquellos que más tienen».

No hay que olvidar que la situación fiscal de Francia es muy preocupante. En primer lugar, la Comisión Europea ha iniciado el procedimiento de déficit excesivo contra el país galo por un desequilibrio que alcanzó el 5,5 por ciento del PIB el año pasado (el mayor entre todas las grandes economías de la Unión Europea). En segundo lugar, el endeudamiento acumulado por el Tesoro cerró en 2023 en el 111 por ciento del PIB. En tercer lugar, a finales de mayo, la agencia de calificación de deuda Standard & Poor's rebajó su rating de AA a AA- por «una posición presupuestaria cada vez más deteriorada». Peor aún, los ingresos fiscales van a menos con una caída de 21 000 millones que refleja la nefasta competitividad tributaria del país. Por último, el Índice de Libertad Económica que elabora la Fundación Heritage relega a Francia al número 62 de la tabla mundial.