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Gibraltar continúa con su política expansionista sobre aguas territoriales de España

Es el único territorio europeo no autónomo pendiente de descolonización

Gibraltar
Mapa histórico de la expansión de Gibraltar.
VLOONK
Miércoles, 24 julio de 2024 - 09:35 | Tiempo de lectura: 3 min

Gibraltar es el único territorio europeo no autónomo pendiente de descolonización. Durante la guerra de sucesión española (1701-1714), Gran Bretaña tomó el peñón de Gibraltar y Menorca (recuperada por el Tratado de Amiens, firmado el 25 de marzo de 1802), que le otorgaban posiciones avanzadas sobre el mar Mediterráneo. Fue mediante el artículo X del Tratado de Utrecht, firmado el 13 de julio de 1713, que se cedió a través de un título jurídico a la Corona de Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortaleza, pero sin jurisdicción alguna territorial, añadiendo que si en algún tiempo a la Corona de Gran Bretaña le pareciera conveniente dar, vender o enajenar de cualquier modo la propiedad, se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla. Como resultado, ciudadanos españoles con títulos de propiedad plenamente válidos, fueron expropiados y expulsados sin indemnización alguna.

Art. X: El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno. Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra.

Pero, ya en 1714, las fuerzas británicas violaron el Tratado ocupando la Torre del Diablo y la Torre del Molino. Para 1724, habían consolidado su dominio efectivo sobre todo el Peñón, extendiendo su control a toda el área alcanzable por sus cañones. España, por su parte, construyó todo un sistema de fortificaciones en el istmo de Gibraltar para protegerse de futuros intentos de invasión. Entremedias quedó una «zona neutral», tampoco cedida en Utrecht, pero cuya mitad sur fue tomada por los gibraltareños.

Durante la guerra de la Independencia española (1808-1814), Reino Unido destruyó los fuertes con el beneplácito de sus aliados para evitar que los tomasen las tropas napoleónicas del rey José Bonaparte, aunque todavía hoy se especula abiertamente (ante la aparente falta de documentos y no sin el recelo de ciertos historiadores) sobre del origen de la orden por la cual se procedió a aquellas demoliciones. No se descarta la posibilidad de que fuera dictada por iniciativa propia del entonces teniente-gobernador de Gibraltar: el mayor-general Colin Campbel. Sea como fuere, a lo largo de esa época y en las décadas siguientes, a causa de las epidemias de fiebre amarilla, los ingleses establecieron campamentos sanitarios temporales fuera de la ciudad de Gibraltar por razones humanitarias que resultaron permanentes. Un gesto de buena voluntad pervertido para completar la colonización definitiva del istmo.

En 1908, Gibraltar levantó una valla de separación, conocida como la Verja. Empujó un poco más su frontera hacia el norte. Asimismo, empezó con las políticas expansionistas sobre aguas territoriales de España. En 1933, inició la construcción de una pista de aterrizaje que fue ampliada en dos ocasiones: una durante la guerra civil española, en 1938, y otra en 1941, en plena segunda guerra mundial. A estas ampliaciones se suman otras muchas, como las del puerto, los diques, las playas artificiales o los arrecifes de hormigón.

Por tanto, incluso en el muy improbable caso de que el Tratado de Utrecht sea conforme a derecho, tanto las ocupaciones posteriores como las expansiones marítimas constituyen un ataque frontal e ilegal a la unidad nacional e integridad territorial de España. En el peor de los casos, solo deberían reconocerse las aguas interiores de Gibraltar.

Ahora, según ha denunciado la organización Verdemar-Ecologistas en Acción, Gibraltar está llevando a cabo nuevos rellenos para ganar terreno al mar en la Zona de Especial Conservación del Estrecho Oriental y apunta a que la acumulación de piedras, que entran en camiones desde España por la Aduana de La Línea de la Concepción, provienen de alguna cantera entre las localidades malagueñas de Manilva y Casares. El proyecto denominado Eastside tiene como objetivo construir espigones y transformar el frente litoral.

En conclusión, el Gobierno debe adoptar una postura decidida frente al Reino Unido y exigir, sin ambigüedades y por todas las vías disponibles, una devolución incondicional que respete los intereses y la soberanía de España. Gibraltar sí es español.